miércoles, 24 de octubre de 2007

Técnicos organeros (2)


Lo que se ve desde la planta baja de una iglesia, allá arriba, en la tribuna del coro, es sólo una fachada de tubos decorativos y la consola con los teclados para el intérprete. Pero queda oculta la caja del órgano, con cientos de tubos (hay que imaginar una serie de flautas de todo tamaño) además de fuelles de cuero, llaves, válvulas, electroimanes, el motor del ventilador.
"Uno de nuestros momentos más felices fue en 1983, cuando rehabilitamos el órgano francés Cavaillé Coll de la Basílica del Santísimo Sacramento. Es del año 1912 y dispone de 73 registros, con 5.000 tubos", cuentan. Cada registro es una familia de sonidos —por caso, flauta, oboe, trompeta— compuesta por una serie de tubos. Después de dos años de trabajo, "se reabrió con un concierto ejecutado por el organista de Notre Dame de París".

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